
Que une a Iemanjá con la Virgen de la Candelaria? Ambas celebran su día hoy 2 de febrero.
Hoy 2 de febrero gran cantidad de uruguayos se congregan en las costas, para celebrar el día de Iemanjá. Muchos curiosos se preguntan quien es Iemanjá, se trata de la Virgen de la Candelaria convertida en Diosa Umbandista, luego de un proceso por el cual los esclavos africanos llegados al continente americano, comenzaron a celebrar sus ritos tradicionales, ocultos o unidos a las celebraciones católicas, para que no fueran castigados por sus amos. A este proceso se le denomina sincretismo religioso.

El sincretismo es un término empleado en antropología cultural y en estudios de religión comparada para referirse a la hibridación o amalgama de dos o más tradiciones culturales. Comúnmente se entiende que estas uniones no guardan una coherencia sustancial. También se utiliza en alusión a la cultura o la religión para resaltar su carácter de fusión y asimilación de elementos diferentes.
La Virgen de la Candelaria o Nuestra Señora de Candelaria es una advocación mariana de la religión católica que tiene su origen en Tenerife (España). Su etimología deriva de candelero o candela que se refiere a la luz: la luz santa que guía hacia el buen camino y la redención y aviva la fe en Dios. Su festividad se celebra, según el calendario litúrgico, el 2 de febrero, y en ella se recuerda la presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén después de su nacimiento y la purificación de María.
La Virgen de la Candelaria es, en su lugar de origen, la patrona de las Islas Canarias y se la clasifica como una Virgen negra. Su devoción tiene mucho arraigo en otras partes de España, y en países como Bolivia, Colombia, Cuba, México, Perú, Venezuela y otros. Asimismo, su patronazgo se extiende a varias ciudades y países de América y de otros continentes. Esto ha hecho que la Virgen de la Candelaria sea la segunda advocación mariana más extendida en el continente americano, tras la Virgen de Guadalupe, patrona de México.

Al mismo tiempo, fue una de las primeras advocaciones introducidas en América por los conquistadores españoles, de hecho, se sabe que ya Hernán Cortés llevaba al cuello una medallita de la Virgen de la Candelaria cuando llegó a México.
La Virgen de la Candelaria toma su nombre de la fiesta de la Candelaria o de la Luz, que tuvo su origen en el Oriente con el nombre del «Encuentro», y después se extendió al Occidente en el siglo VI, y llegó a celebrarse en Roma con un carácter penitencial. En Jerusalén se celebraba con una procesión con velas encendidas hasta la Basílica de la Resurrección (Santo Sepulcro), la cual había sido mandada construir por órdenes del Emperador Constantino.
Su fiesta se celebra, según el calendario o santoral católico, el 2 de febrero, después de que el papa Gelasio I prohibió y condenó, en el año 494, las fiestas lupercales, considerada una celebración pagana, y la sustituyó por la fiesta de la presentación, en recuerdo del pasaje bíblico de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén y la purificación de la Virgen María después del parto, para cumplir la prescripción de la Ley del Antiguo Testamento.













Yemayá, o Jemanjá, también llamada Yemanyá (Yemọya en Nigeria, Iemanjá o aún Dona Janaína en Brasil; es la orishá del pueblo egba, divinidad de la fertilidad de la mitología yoruba, originalmente asociada al Mar.

“Es un día de celebración religiosa y hoy día también popular”, dijo a ANSA la dirigente afroumbandista Susana Andrade, quien agregó que la fiesta es “una tradición uruguaya, pues los turistas vienen a Uruguay por el Carnaval, por las Llamadas y por Iemanjá”. Andrade señaló que la celebración “también es una forma de combatir las desigualdades sociales y la inequidad”, dado que “pertenecemos a etnias relegadas históricamente, descendientes de africanos e indígenas”.

“Iemanjá es una fiesta de integración y cada quien la vive a su manera, religiosos y ateos, en una jornada de búsqueda de las dos raíces culturales que han sido negadas o invisibilizadas desde la colonización por la cultura hegemónica hasta nuestros días”, explicó. Andrade subrayó que “existe mucho prejuicio sobre Umbanda y los cultos afro en Uruguay y la región, se nos confunde con brujería y magia negra”, y precisó que “somos una religión como cualquier otra, que busca el bien de las personas y la superación en el amor al prójimo”.

Su culto principal se estableció en Abeokuta después de migraciones forzadas, tomando como soporte el río Ògùn de donde se manifiesta en cualquiera otro cuerpo de agua. También es reverenciada en partes de Sudamérica, Caribe y Estados Unidos. Siendo identificada en el merindilogun por los Odus Irosun y Ossá, es representada materialmente por el asentamiento sagrado denominado Igba Yemayá. Se manifiesta a los iniciados en sus misterios (eleguns) a través de posesiones o trances.

Celebrada en Ifé como hija de Olokun, la divindad de los mares, esa estrecha conexión fue enaltecida en el proceso de la diáspora africana resultando en una sobreposición de ambas en una misma figura como manifestaciones de un mismo principio, siendo el motivo para la asociación de Yemayá con los mares en el Nuevo Mundo.

Con el sincretismo de otras divinidades y de influencias europeas, fue imbuida de incontables atributos y poderes en una gran variedad de cultos. Su arquetipo maternal se consolidó sobre todo como Madre de todos los Orishás. Yemayá, en las palabras de D. M. Zenicola, «representa el poder progenitor femenino; es ella que nos hace nacer, divinad que es maternidad universal, la Madre del Mundo»

En Brasil considerado el orishá más popular festejado con fiestas públicas, desarrolló profunda influencia en la cultura popular, música, literatura y en la religión, adquiriendo cada vez más una identidad consolidada por el Nuevo Mundo, conforme puede ser observado a través de su representación por diversos intelectuales, artistas y por el folclore que en su imagen reunieron las «tres razas». Figura en la Dona Janaína una personalidad aparte, seductora, sirena de los mares noroccidentales, con cultos populares simbólicos y accesibles que muchas veces no expresan necesariamente una liturgia. En esa visión, según Bernardo, Yemayá «(…) es madre y esposa. Ella ama los hombres del mar y los protege. Pero cuando los desea, ella los mata y los hace sus esposos en el fondo del mar»









«Yemayá», nombre que deriva de la contracción de la expresión en yoruba Yèyé omo ejá («Madre cuyos hijos son peces») o simplemente Yemọya en referencia a un río homónimo adorado en los primórdios del culto de este Orisha. En Nigeria, Yemọya se pronuncia con el sonido de «djá» en la última sílaba. La versión hispana ampliamente más aceptada es la de Yemayá proveniente de la Santería en Cuba. También es conocida como Aleyo en la misma región de Egbado, Ayetoro, Igan y Okoto
Yemayá, en su culto original, es un orishá asociado a los ríos y desembocaduras, a la fertilidad femenina, a la maternidad y primordialmente al proceso de génesis del Àiyé (mundo) y la continuidad de la vida.